Después de casi 12 años dedicándome al diseño y
organización integral de bodas muy personalizadas y exclusivas, este año 2013
me tocó por primera vez ser Wedding Planner además de invitada en la misma boda.
En este post os quiero contar mi experiencia y el resultado y sobre todo cual
ha sido mi conclusión personal de todo ello.
En 2012 la hermana pequeña de una de mis mejores amigas
con la que llevo compartiendo mis mejores y peores momentos durante más de 25
años, me anuncia que por fin se casa después de casi 10 años de noviazgo. No os
podéis imaginar la ilusión que me hizo el saberlo pues como podréis imaginar no
sólo se trataba de una amiga sino de alguien de la familia. Su hermana mayor,
mi amiga, es la hermana que nunca he tenido y que si la hubiera tenido no
podría haber sido mejor. Y toda su familia siempre ha sido como mi segunda
familia y por la que me siento toda una privilegiada al formar parte de la
misma, porque desde que los conozco y ya son muchísimos años, nunca ha faltado
en sus vidas una palabra que me encanta: EL AMOR.
Así qué como os podréis imaginar en lo primero que pensé
fue en que mi mejor regalo de bodas tenía que ser diseñarles la boda de sus
sueños y que fuera perfecta. Si en todas las bodas que diseño me implico el
100% en esta aún me tenía que implicar mucho más y superarme a mí misma. Una
tarea muy fácil y muy difícil a la vez como os acabaré contando, pues ellos
aceptaron con una condición: “serás nuestra Wedding Planner pero el día de la
boda te tienes que olvidar y tienes que disfrutar como una invitada más, como
alguien de la familia que eres para nosotros”.
Por cierto, no os he dicho el nombre de los novios: ella
se llama Laura y él Daniel y se compenetran a las mil maravillas. A pesar de
ser muy diferentes en caracteres están muy compenetrados en todo y sus gustos
son muy parecidos, y sobre todo no hacen nada uno sin contar con el otro. No
creéis que son un Amor???
Pues bien, gracias a ser como son y gracias a que los conozco
de hace muchos años me fue muy fácil diseñarles la boda que querían. En seguida
les proponía las mejores opciones y ellos más rápido aún decidían. Fueron unos
novios muy fáciles desde un principio y me encantó compartir con ellos toda la
preparación de la boda y poco a poco fuimos construyendo lo que ellos siempre
habían soñado. Poder conocer tan bien a los novios te ayuda mucho en este tipo
de trabajo sobre todo si las bodas son tan personalizadas como las que mi
equipo y yo hacemos. Y si además resulta que los novios tienen muy claro lo que
quieren y además los quieres como parte de tu familia, para mí el diseño de su
boda fue un auténtico regalo caído del cielo, porque disfrutaba de todo lo que
entre todos íbamos construyendo casi igual que ellos (es como mi hermana
pequeña, recordáis no?).
El tiempo pasó volando y cada vez más estaba más cerca el
gran día. Y fue a partir de aquí cuando para mí empezaron a cambiar las
cosas... No sólo estaba implicada como la Wedding Planner que les había ayudado
sino como alguien más de su familia y os aseguro que la sensación es muy
distinta: empecé a tener nervios por primera vez en mi vida profesional de que
algo pudiera fallar pues ese gran día estaría como invitada y no podría estar
encima de todo como siempre. El peso que tenía sobre mí era mucho mayor porque
yo misma me exigía mucho más. Y aunque la sensación de tenerlo todo bajo
control la tenía como en todas las demás bodas que realizo, la implicación
personal me superaba: todo estaba más que cerrado y revisado, todas las
reuniones y decisiones con los proveedores tomadas; los planes B y C listos; el
timming de la boda cuadrado con todos los implicados; mi equipo totalmente
formado y los novios muy tranquilos porque confiaban totalmente en mí... Y yo,
empecé a darme cuenta que a lo mejor no había sido una muy buena idea la de ser
Wedding Planner e invitada a la vez...
Para empezar encontrar el vestido de invitada y sus
accesorios ya fue toda una aventura. Con muy poco tiempo libre entre boda y
boda no tenía apenas huecos para mirar nada. Era una locura y además en vez de
estar disfrutando de la búsqueda, para mí lo consideraba un tiempo no gastado
en su boda o en las otras que estaba a la vez también organizando. Al final mis
amigos de la tienda THEM de Barcelona me consiguieron adaptar un vestido largo
color rosa palo y consiguieron darle un aire entre vestido helénico y estilo
Audrey Hepburn. Los zapatos los acabé comprando en Adolfo Dominguez: unas
sandalias negras altas con lentejuelas y tacones color dorado cobrizo, a juego
con los pendientes y pulsera de Swarosky, broche familiar y bolso con tonos
rosados, negros y dorados.
Luego estaba el hecho de que al ir como invitada y por
tanto vestir como invitada, sentarme como invitada y cenar como invitada iba a
ser toda una nueva experiencia para mí si quería controlarlo todo como siempre.
Normalmente mi equipo y yo siempre vestimos de traje, vamos conectadas a través
de walkies y pinganillo, no nos sentamos nunca ni tomamos nada (salvo agua para
la sed y coca cola para aguantar todo el ritmo trepidante de las bodas y todas
las horas que estamos ese día, desde el principio del montaje hasta que marcha
la última persona) y sólo descansamos media hora en el momento en que nos dan
de comer como staff.
Así qué ahora imaginaros el gran día y yo en vez de estar
en el montaje, estaba en el taller de chapa y pintura: peluquería y maquillaje.
Eso sí dando órdenes a mi equipo que sí estaba en su sitio a través del móvil,
pero ya os digo que para mí no era lo mismo (hasta les pedía que me enviarán
fotos por el móvil de cómo iba quedando todo). Luego tuve que contar con más
personal mío ese día porque yo no podría hacer muchas cosas de las que siempre
hago en las bodas y tendrían que ser mis chicas las que lo harían por mí, y
todo ello sin walkies sino con la lección bien aprendida.
En fin que resumiendo os diré que la boda fue perfecta,
más de lo que los novios esperaban. Sus familiares no hacían nada más que darme
las gracias además de muchos besos. Todos felices y contentos. Una boda
preciosa, divertida como los novios y llena de mucho amor. Una boda que todos
recordarán como única en sus vidas y yo también pero por otro motivo: porque a
pesar de todo NI DISFRUTÉ COMO INVITADA NI COMO WEDDING PLANNER.
Pues sí, una lástima, pero las personas que somos tan
perfeccionistas con lo que hacemos, llevamos tantos años dedicándonos a una
profesión que nos encanta y apasiona, cuando estamos en nuestro terreno no
podemos quitarnos el traje de Wedding Planner por mucho que te vistas de
invitada. Siempre seremos Wedding Planner si es que ese ha sido tu rol desde un
principio en la boda y quieres que la boda resulte perfecta. Así qué no
disfruté del aperitivo como invitada porque estaba pendiente de que todo
estuviera correcto y mucho más porque no me podía comunicar al momento con mi
equipo; no disfrute tampoco como invitada de la cena pues quería saber cómo iba
todo detrás en el bacstage y me iba levantando en cuanto podía... Y así hasta
que empezó el baile. Fue justo en ese momento cuando empecé a ser la invitada
que todos querían que fuera y a mí me hubiera gustado ser desde un principio. Y
es que ser Wedding Planner se te mete en las venas y no puedes dejar de serlo
por mucho que lo intentes.
Así qué a pesar de que la boda fue todo un éxito ni
disfruté como invitada porque no me relajé ni un segundo, ni tampoco como
Wedding Planner porque no podía hacer lo que normalmente hago en las bodas que
organizo.
CONCLUSIÓN: a la pregunta ¿Se puede ser Wedding Planner e
invitada a la vez? Si pero no disfrutas ni de una cosa ni de la otra realmente.
Así que para mí esta ha sido mi primera vez como Wedding Planner e invitada a
una boda y también la última.
Un consejo que yo a partir de esta experiencia os doy
porque yo también me aplicaré: si eres Wedding Planner y quieres ir de invitada
a la boda de un amigo o familiar y eres de las Wedding Planners que quieres
organizarles toda la boda, o bien dedícate sólo a asesorarles pero no te
impliques de lleno en la organización y el día de la boda aparece sólo como
invitada, o bien sé su Wedding Planner hasta el final incluso el día de la boda
y en el momento del baile te cambias de vestido, te quitas el pinganillo y te
conviertas en invitada. Si realmente eres una Wedding Planner profesional y te
implicas en una boda ese "traje" no te lo podrás quitar hasta el
final.
MIL GRACIAS a todo mi equipo por su gran implicación ese
día y también a todos los proveedores que participaron y ayudaron a que la boda
saliera perfecta!!!
Looks a great post read as wedding planner . Plan your wedding easy with the use of some wedding planner app too to make it easy and less tensed wedding plans.
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