LA SELVA DEL GRAN OSO
No es mala idea perderse en un bosque, con la que está cayendo… Y si es como viaje de bodas, mejor que mejor.
Hay un lugar muy especial, lo podemos decir porque hasta allí nos fuimos buscando un lugar realmente diferentes, un lugar inimitable, el Nimmo Bay Resort, en la Columbia Británica, en Canadá, entre bosques centenarios, en el corazón de un lugar que llaman la Selva del Gran Oso, cuyo nombre es ya presagio de lo salvaje y alejado del entorno.
Llegar ya fue una aventura, pero adentrarse con un guía protector en los bosques, a la búsqueda de los osos, descender por los rápidos del río, sobrevolar las abruptas montañas y los glaciares milenarios, desde el helicóptero que nos trasladó hasta el alojamiento, o simplemente relajarse en las calientes bañeras exteriores de cedro, mientras escuchábamos el sonido del agua de las cascadas chocando junto a nuestras cabañas, fue una terapia mágica para olvidar por unos días lo que nos rodea.
Relajándonos acompasando nuestro cuerpo a los ritmos de la naturaleza, sobre nuestra terraza de madera, disfrutando de una estancia activa y tranquila en este remoto y salvaje paraje, sin tener que renunciar a ninguna de las comodidades del hogar, esa fue nuestra forma de perdernos después de los días de locura de los preparativos de nuestra boda.
Una imagen, más que mil palabras…
Hay un lugar muy especial, lo podemos decir porque hasta allí nos fuimos buscando un lugar realmente diferentes, un lugar inimitable, el Nimmo Bay Resort, en la Columbia Británica, en Canadá, entre bosques centenarios, en el corazón de un lugar que llaman la Selva del Gran Oso, cuyo nombre es ya presagio de lo salvaje y alejado del entorno.
Llegar ya fue una aventura, pero adentrarse con un guía protector en los bosques, a la búsqueda de los osos, descender por los rápidos del río, sobrevolar las abruptas montañas y los glaciares milenarios, desde el helicóptero que nos trasladó hasta el alojamiento, o simplemente relajarse en las calientes bañeras exteriores de cedro, mientras escuchábamos el sonido del agua de las cascadas chocando junto a nuestras cabañas, fue una terapia mágica para olvidar por unos días lo que nos rodea.
Relajándonos acompasando nuestro cuerpo a los ritmos de la naturaleza, sobre nuestra terraza de madera, disfrutando de una estancia activa y tranquila en este remoto y salvaje paraje, sin tener que renunciar a ninguna de las comodidades del hogar, esa fue nuestra forma de perdernos después de los días de locura de los preparativos de nuestra boda.
Una imagen, más que mil palabras…
Nuestros viajes relacionados: http://www.viajesdelujotaranna.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario